Hijo de tigre pintito
Miguel
Ángel Yunes Linares no está ocupado en gobernar a Veracruz, sino preocupado en
la proyección política de la familia Yunes Márquez, de fincar el nepotismo en
los dos siguientes años, imponer a su primogénito como su relevo gubernamental
en el 2018, lo demás pasa a segundo término en su lista de prioridades.
Al
dizque gobernador porro de Veracruz del PAN-PRD, parece no importarle lo que
sucede en todo el territorio veracruzano, de la grave inseguridad que permea en
todos los estratos de la sociedad jarocha, de la zozobra e incertidumbre que
genera entre los millones de veracruzanos, muy a pesar del compromiso de abatir
la criminalidad.
No
se observa cómo vaya a cumplir la promesa de campaña, pero tampoco a Yunes
Linares parece importarle e interesarle, además de estar inmerso en aplicar y
ejecutar su política de odio, rencor e ira, de persecución y hostigamiento
contra sus adversarios, debido a esa circunstancia no actúa con responsabilidad
frente al reclamo ciudadano.
Lo
suyo en lo inmediato y prioritario es crear en su primogénito, Miguel Ángel
Yunes Márquez, actual alcalde de Boca del Río, por segunda ocasión, la
mismísima imagen personal de “hijo de tigre pintito”, aunque las condiciones en
Veracruz le está siendo totalmente adversas, principalmente por su
irresponsabilidad e ineficacia para gobernar.
Yunes
Linares desde siempre ha estado atrás de sus hijos en la proyección política,
Miguel Ángel y Fernando, ambos han hecho carrera política en el PAN, el primero,
dos veces alcalde de Boca del Río, ahora pretende la gubernatura después de su
papá, el segundo, Senador con licencia y ahora va por la alcaldía del puerto de
Veracruz.
De
carácter recio y duro, Miguel Ángel somete a sus hijos a una severa disciplina,
los presiona, los aprieta, hasta el grado del insulto en caso de no acatar su
ordenamiento a pie juntillas, y aun peor, de que las cosas hayan salido
contrario a su disposición, siempre sometidos a la voluntad y capricho de él.
LA VENDIMIA DE FRANCO
CASTAN
Desde
la Secretaria de Gobierno, Rogelio Franco Castan opera para imponer a los
candidatos que le corresponden al PRD, es lo que sabe hacer a la perfección, no
es una cuestión de democracia, mucho menos de honestidad, es simple y
llanamente una transacción económica, la famosa vendimia política.
Hace
algunos años, cuando gozaba la “plenitud del pinche poder” de la mano de su
mecenas de la fidelidad, Fidel Herrera Beltrán, también se encargaba de vender
las candidaturas, todas a modos, a la conveniencia del PRI y de la Fidelidad,
ahora sirve a otro amo, y por circunstancias de la vida, enemigo público de
quien antes lo apoyaba a él.
La
historia de la política reciente de Veracruz lo tiene registrado, Franco Castan
no perdió la memoria, tampoco la vergüenza –nunca la tenido-, simplemente sabe
que el ocaso del PRD está a la vuelta de la esquina, y lo que obtenga o logre
de la vendimia sería como para su jubilación y retiro de la política, de ahí no
hay más.
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