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Recordando hoy a Luis Donaldo Colosio

La tarde del 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas, Tijuana, fue asesinado Luis Donaldo Colosio, en ese momento candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República. Hasta hoy, 23 años después, no se sabe a ciencia cierta qué fue lo que pasó aquella tarde, si fue llevado a una trampa, como sostienen algunos; si hubo más participantes, además de Mario Aburto, en el atentado mortal. Nada. Seguimos igual que entonces y, como casi siempre ocurre, lo más probable es que nunca se sepa la verdad.
No soy partidario de las teorías conspiranoicas. Las versiones que sostienen que el asesinato fue fraguado desde Los Pinos por el entonces presidente Salinas de Gortari, o que el famoso discurso del 6 de marzo de ese año pronunciado ante el Monumento a la Revolución fue su sentencia de muerte, o que su asesinato fue, como se dice medio en serio, medio en broma, la “acción concertada de dos asesinos solitarios”, encuentran asideros muy sólidos en el imaginario colectivo, tan dado a la cultura de la desconfianza, pero pocas o ninguna prueba de la realidad.
Ha transcurrido casi un cuarto de siglo. Las nuevas generaciones no tienen mucha idea de quién fue Colosio, y entre la clase política, apenas si es una referencia discursiva para hacer profesión de fe democrática y señalar que la lucha contra la pobreza, la injusticia, por las libertades, en defensa del pluralismo y la tolerancia, que fueron valores defendidos por Colosio, son hoy las banderas que se levantan para continuar construyendo un México moderno, de bienestar y progreso para todos.

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