Revelaciones
¿Por
qué o pueden contra la delincuencia?
¿Por qué la fuerza del Estado no ha podido
controlar a la delincuencia organizada?, ¿Cómo es posible que esa delincuencia
haya rebasado a las autoridades?
Pues la respuesta puede ser que es a propósito
permitir que los desmanes de apoderen del país, que se quiera hacer caer a la
sociedad en el terror, en un estado de shock que deje inerme a la población
para que el mismo gobierno pueda lanzar iniciativas, leyes, ordenamientos que
atenten contra los principios básicos que nos han regido como nación.
El cuestionamiento nace luego de recordar
cómo, cuándo se lo propone el Estado, puede acabar con las bandas que durante
algún tiempo asolaron alguna región.
Recordamos la era de Agustín Acosta Lagunes,
cuando proliferaron bandas con territorios muy específicos, el Toro Gargallo en
el centro de Veracruz, Cirilo Vázquez en el sur, que se hicieron amos y
señores, de horca y cuchillo, dueños de vidas.
Sin duda cumplían una misión, pero luego que
ya no fueron útiles al sistema, simplemente fueron eliminados o sometidos, como
en el caso de Cirilo Vázquez, que prefirió la cárcel.
Entonces, con un orgulloso Ejército Mexicano,
con innumerables cuerpos policiacos, con la Marina Armada convertida en policía
y con mucha palabrería lanzada en un fútil intento por tranquilizar a la
población, nada ha ocurrido, al contrario, pareciera que los grupos
delincuenciales se fortalecen y venden caro su proceder.
¿Quién permitió la violencia?, ¿Cuál es la intención?
ANSIAS PRIVATIZADORAS
Desde los tiempos de Miguel de la Madrid, “el
presidente gris”, llegaron los primeros amagos de privatizar todo, de
desbaratar el aparato gubernamental, de beneficiar a la clase empresarial,
principalmente a los extranjeros.
Aún quedaban resabios patrióticos, aún había
interés por mantener a la Nación entera.
Pero, con la fuerza del gobierno se inició el
desmantelamiento de los grupos que, en un momento, serían obstáculos para los
planes privatizadores.
Cuando Joaquín Hernández Galicia era el amo
del sindicato petrolero, sin duda protegido por los presidentes y gobernadores
priistas, nadie se oponía a sus caprichos que, con el cuento de proteger los
intereses de la clase petrolera, imponía a la paraestatal.
En cada celebración de la Expropiación
Petrolera, La Quina le decía al presidente en turno que ya se retiraría,
entonces el presidente le respondía que sería bueno que siguiera cumpliendo con
esa importante labor.
Así, Joaquín Hernández lo tomaba como una
orden presidencial y se afianzaba al cargo.
Hasta que llegó Miguel de la Madrid, quien
cuando escuchó la letanía quinista, simplemente no dijo nada y ese mensaje
prendió los focos rojos en la cúpula sindical de ese tiempo, con una base ya
dividida por la misma ambición de La Quina y su pandilla.
Luego llegó el dramático episodio aquel donde
el entonces secretario general del sindicato José Sosa dijo “Si se hunde Pemex,
se hunde usted, nos hundimos todos”.
Carlos Salinas respondió con un bazucazo a la
casa de La Quina y hundió al sindicato petrolero para siempre.
Pero hubo otros escollos, intereses con la
familia del expropiador, cuando Carlos Salinas fue ungido candidato, un
importante grupo de priistas sabían el rumbo que tomaría la Historia de México
y decidieron separarse del PRI y llevar la contra a Salinas.
Pero recibieron una sopa de su propio
chocolate, les aplicaron la misma y les robaron la elección. Así Salinas
comenzó con su programa reformador para que las privatizaciones fueran legales.
Hubo una batalla para impedir la privatización
de Pemex, desde el PRD Cuauhtémoc Cárdenas y su grupo opusieron feroz
resistencia, hasta que el partido amarillo fue infiltrado y destruido, los
líderes perredistas que antes juraban luchar por la Patria, se enriquecieron
con dinero del gobierno neoliberal y se olvidaron de sus luchas.
SIEMPRE LAS AMBICIONES
Sin embargo, las ambiciones desatadas en la
cúpula del poder, llevaron a la población al hartazgo, con el encarecimiento de
la vida misma, de los combustibles de la canasta básica, con reformas que van
en contra del beneficio general de la población, con infinidad de atentados
contra la sociedad, han conducido al pueblo de México a buscar otras
alternativas.
El PAN ya mostró cuál es su verdadera
vocación, el PRD o existe, la gente busca por otros lados no convenientes a los
políticos neoliberales que, sin duda sienten el peligro para sus proyectos.
En ese escenario, de pronto, de casualidad, la
delincuencia debidamente organizada crece y se empodera.
Peor aún, ya con bandas delincuenciales asolando
el país, llega Felipe Calderón a empeorar la situación sacando al Ejército de
sus cuarteles, generando una guerra de la que hasta la fecha estamos lamentando
los resultados.
Durante la gestión de Augusto Pinochet en la
dictadura chilena, se contabilizaron 30 mil ciudadanos desaparecidos.
Ala fecha, en México no se sabe con exactitud
cuántos desaparecidos hay, una cifra aproximada menciona 27 mil personas de las
que se ignora su paradero.
A eso hay que sumarle la creciente suma de
ejecutados que día con día se encuentran en las calles de las ciudades, en las
carreteras, en lotes baldíos, en fin…
A la llegada de Enrique Peña Nieto, las cosas
empeoraron.
En los gobiernos de los Estados tampoco se
ofrece solución posible.
En Veracruz, las promesas de Miguel Ángel
Yunes quedaron sólo en eso. Sigue usándose una medida que no ha dado
resultados, en tiempos de Javier Duarte se eliminó la policía municipal, se
probó el esquema de Policía Intermunicipal que fue retirada en poco tiempo y
llegó el llamado Mando Único, con el que se incrementaron los robos, los
secuestros y las extorsiones.
Cuando el gobierno federal amenazó con enviar
la Gendarmería, Duarte lo impidió y para justificarse creó la llamada Fuerza
Civil, que tampoco sirvió de nada.
Yunes Linares prometió vigilancia hasta con
drones y nada. Trajo la policía militar y la delincuencia sigue imparable.
Entonces queda claro que no es con la creación
de más membretes de cuerpos policiacos con lo que se detendrá ese ataque a la
sociedad, que debe pensarse y aplicar otro tipo de planes, a menos que la ola
de violencia que nos invade sea deliberada, promovida y aplicada desde las
altas esferas de poder.
Es que, no puede ser que tengamos un gobierno
lleno de personajes ineptos. O eso son o están cumpliendo con su encomienda.