Porfirio Díaz y el PRI
Cuando Porfirio Díaz asumió el poder en la
República Mexicana, comenzó una era de prosperidad para la nación, como nunca
antes se había visto, desde que México se convirtió en país.
La modernización llegó y con ello su inserción
en el contexto internacional.
Todo bien, jauja para la sociedad mexicana, el
ferrocarril irrumpió con su grito modernista, un alarde de tecnología en las
postrimerías del siglo XIX e inicios del gran siglo XX.
En ese impulso modernizador, Díaz supuso que
no habría personaje capaz de llevar las riendas de la nación por el camino que
se había trazado.
De cuna humilde, de aguerrido militar, de
héroe nacional, pasó a convertirse en un aristócrata afrancesado, logrando casi
un porte imperial y conectado fuertemente con la Europa de la época y
prácticamente alejado de la influencia estadounidense.
Pero algo pasó en esa trayectoria progresista.
Díaz descuido el desarrollo social, en aras de una modernización que llevó a
empresas extranjeras hacer grandes negocios con México, pero empobreciendo a
los mexicanos, la explotación de la gente llegó a extremos de esclavitud, la
pobreza y el hambre son ingredientes explosivos en el descontento popular.
Ya ningún sector de la sociedad estaba a gusto
con la forma como se conducía el gobierno porfirista, tanto los empresarios,
profesionistas, obreros y campesinos pedían a gritos un cambio en la forma de
conducir al país, situación que supieron aprovechar muy bien los gobiernos de
Estados Unidos.
Luego de una intensa lucha política con el
objetivo de lograr la salida del gobierno de Porfirio Díaz y bajo el lema de
“Sufragio efectivo, no reelección”, Francisco I. Madero ganó las elecciones de
1910, suponiendo que de esa forma, legal y civilizada, el país lograría entrar en una nueva etapa, sin pasar por el
dolor de una guerra interna.
Pero, a pesar de la salida de Díaz del
gobierno, de un presidente legítimamente electo por el pueblo, los grandes
intereses económicos, tanto nacionales como extranjeros, querían su parte y se
esforzaron por mantener al país desestabilizado.
Y comenzó la revuelta, la bola, la revolución,
guerra civil que dejó millones de muertos mexicanos, quienes buscaban mejorar
sus condiciones de vida, ante un país destrozado y una economía inexistente.
Se generaron pugnas internas entre los líderes
revolucionarios, que se fueron matando entre sí, hasta que Plutarco Elías
Calles logró un magro equilibrio que permitió dar salidas políticas a los
conflictos cotidianos.
NACE EL PRI
Finalmente la bola “degeneró” en un gobierno
que le dio un nuevo impulso al país. Comenzaron a surgir las instituciones que
hasta hoy conocemos.
De esos ajuste políticos nació el Partido
Revolucionario Institucional, el PRI, partido de Estado que se ha mantenido en
el poder más tiempo que envidiaría el mismo Porfirio Díaz.
La segunda mitad del Siglo XX fue de grandes
progresos para México, “la Revolución se bajó del caballo” y arrancó la era de
los presidentes y políticos civiles.
Luego de 80 años en el poder, el PRI comenzó a
perder el rumbo nacionalista que la Revolución le inyectó, como Porfirio Díaz,
el presidencialismo alcanzó un nivel imperial, pero en lugar de afrancesarse,
los políticos priistas “se agringaron”, implementando programas dictados desde
Estados Unidos, dejando atrás el revolucionario avance nacional, que permitió a
los mexicanos alcanzar niveles de vida decentes y con oportunidades.
80 años de priismo son muchos, México vive hoy
una de sus peores crisis de la era moderna, con políticos que piensan en inglés, con privilegios
exorbitantes, mientras el resto de la sociedad empobrece.
Desdelos órganos creados para mantener el
nivel de vida de los mexicanos, como las cámaras de diputados y senadores, dan
golpe tras golpe a la economía nacional, tumbando cada uno de los logros
sociales que costaron muchos años de lucha, mientras ellos se enriquecen
brutalmente, las conquistas sindicales han ido desapareciendo paulatinamente,
las instituciones que dieron estabilidad a la nación, están al borde de la quiebra
por el abandono oficial; es decir, están desmantelando todo logro
revolucionario, causado por la caída de Porfirio Díaz
REPETIMOS LA HISTORIA
Los empresarios mexicanos, que soñaban
convertirse en grandes magnates, se quedaron como el chinito y ahora, ante esta
debacle nacional, se suman al Madero actual, el loco que pretendió quitarle el
poder a Porfirio Díaz a través de un proceso electoral.
Hoy, arrancando la segunda década del Siglo
XXI, México repite la historia, casi en los mismos términos, las condiciones de
pobreza son alarmantes, el campo abandonado, abandonadas las riquezas naturales
que durante el pos porfiriato dieron al país un gran renombre en el concierto
internacional.
Abandonado el nacionalismo, abandonadas la
educación, la salud de los mexicanos, los empleos, la industria; desmantelado
Pemex, uno de los últimos logros revolucionarios y sumida la sociedad en un
proceso de corrupción sin parangón, nuevamente los grandes intereses
extranjeros y nacionales pretenden quedarse con el debilitado país.
A todo eso, debe sumarse la enorme cantidad de
muertos que provocó un falso combate a la delincuencia organizada, puesto en
marcha por Felipe Calderón, que institucionalizó la etapa de shock que hasta
hoy padecemos los mexicanos.
Sin embargo, hay un grupo de políticos que
aseguran que todo puede cambiar luego de la elección presidencial de 2018, como
Madero en 1910.
Como si los mencionados intereses
internacionales esperaran pacientemente que les quiten sus privilegios.