El viejo malecón de Coatzacoalcos
Por Daniel Hernández León
Platicaba tomando un sabroso desayuno, mirando nuestro majestuoso río, con par de amigos, de los tiempos en los que el viejo malecón de Coatza era nuestro punto de reunión, ahí donde aquella famosa frase setentera se hizo parte de nuestra vida...
"Vamos al malecas"
Icónico sitio de nuestro querido puerto, el viejo malecón guarda historias inolvidables , fiesta , novios , parrandas , bohemia, tantas y tantas tardes o noches que se quedaron para siempre en nuestro recuerdo y que hoy son añoranzas de tiempos bellos en los que a pesar de las horas nadie sentía miedo de estar ahí, contemplando esa maravillosa entrada a la ciudad, que une el río con el mar.
Ese paseo Rivereño que empezaba en la antigua zona franca y que se iba por todo el costado del río hasta llegar al mar inmenso y azul, que Dios nos regaló.
Así que desde ese punto pasabas viendo la actividad de la carga en los barcos, que llegaban de todo el mundo para descansar unos días , dejar o cargar sus productos y volver a sus largas travesías oceánicas.
Ibas cruzando avenidas que hoy tienen un rostro diferente al de aquellos ya lejanos años setentas, que fue lo que me tocó ver.
La gasolinera de Colón, que hacía esquina con Malpica, el edificio del SCOP, el hotel Rivera, el callejón Brunet, el parquecito dónde hoy se toma el transbordador, el Caperuzo con sus famosísimos Ceviches, La Flor del Istmo de Don Juan Ruiz, que hasta hoy se conserva como un tradicional restaurante de la ciudad, El hotel Olviden , pescadería, El Monterrey, El club de pesca y así te ibas caminando por todo el río, gozando del hermoso paisaje , inigualable, veías entrar y salir los barcos siempre con las toninas jugando en la proa, como guiando el entrar y salir de las embarcaciones.
La imponente bajada de la calle Lerdo, donde podías ver el edificio del sector naval y el edificio del SCOP Ferrocarrilero, ahí vivían buenos amigos el güero James , Zavaleta, los Garduza, los Sarricolea, Jaime Ramirez Javier , conocidos todos.
Seguías caminando por la rivera, cruzando Revolución, Díaz Miron, Madero, Quevedo, Cuauhtémoc y ahí la hermosa casa de los Tubilla Velasco, hoy de mi gran amigo Jaime Quintanilla y su esposa Roxana Ayache.
Luego la casa de Don Amadeo en la primera de Bellavista, esas impresionantes bardas obscuras que la hacían parecer una fortaleza inexpugnable. Don Amadeo González Caballero, personaje que merece un capítulo aparte.
Ahí las Hamburguesas de Emilio Arana, que durante tantos años fueron clásicas del malecón.
Así poco a poco , paso a paso ibas llegando hasta las escolleras dónde Juan Cruz, El Neguri, y el Kontiki, remataban ese largo , larguísimo paseo del malecón.
En los setentas y principios de los ochentas ahí nos reunimos varias generaciones, era casi obligatorio los sábados y domingos juntarnos a escuchar música , a beber, a platicar todo lo que había pasado en la semana.
Los grupos de amigos ahí se encontraban, los de la Olivo, los de la Salle, los de la MAG y otros más .
Cada grupo tenía su punto de reunión en la desembocadura de alguna de las calles que mencioné.
Cada grupo parecía fijar su territorio en alguna de esas calles y de ahí no los movías.
Ahí veías a algunos pasar en sus autos , te subías , ibas a dar un roll y regresabas a tu punto.
A veces los marinos hacían su aparición y todo mundo a levantar las botellas y a desaparecer so pena de que te levantarán y fueras a parar a la preventiva por andar chupando en la vía pública.
Como olvidar los remates del fin de año, ahí terminaban los festejos o empezaba el año nuevo.
Todos queríamos recibir el año nuevo en el malecón.
Inolvidable.
También recuerdo aquellos gringos que llegaban con sus trailers y se estacionaban a todo lo largo del malecón.
Algunos te regalaban sus latas de refresco y uno las coleccionaba.
Que tiempos de aquel viejo y hermoso malecón , cuántos ahí se declararon su amor de estudiante, cuántos empezaron ahí una historia de amor que terminó en matrimonio y hasta la fecha.
No puedo dejar de mencionar el famoso Motel de los Gasteasoro, cuyo nombre se me va.
Y por cierto Don Luis Madrazo ( QEPD ) fue quien me dijo porque se le llama al ejido Gavilán, de Allende; porque Coatzacoalcos es "acallende" del río y el ejido "allende" del río. Hombre culto , querido y respetado Don Luis.
Me faltan quizá muchos detalles en este relato , pero estoy seguro que moverá tantos recuerdos que se convertirá en una hermosa historia más, de nuestro querido Coatzacoalcos.