El avance de la caravana de más de 6 mil migrantes presionó al Gobierno de México durante la visita de una delegación estadounidense liderada por el secretario de Estado, Antony Blinken, para abordar el repunte migratorio con el presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Este grupo, que partió en Nochebuena con casi 10 mil personas como la caravana más numerosa del año, ha avanzado unos 70 kilómetros desde Tapachula, en la frontera sur de México, a Escuintla, municipio del estado de Chiapas.

Los indocumentados y activistas acompañantes exigieron diálogo con el Gobierno de México, que recibió a una delegación de Washington conformada por Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

Ante el encuentro, el coordinador del Centro de Dignificación Humana (CDH), Luis Rey García Villagrán, quien acompaña la caravana, expresó que la frontera sur “no es el patio trasero de nadie” y que los migrantes “no son moneda de cambio”.

“No creemos que haya un beneficio (por la reunión), creemos que debe haber un razonamiento y una razón humana para mitigar esta problemática, que es este éxodo de la pobreza”, indicó.

El hondureño José Carlos, quien carga a su hijo en brazos en Escuintla, pidió a ambos Gobiernos dejarlos migrar de manera legal porque son personas que huyen de la miseria, de las pandillas y lo que buscan es trabajar para sostener a su familia.

“Que se pongan de acuerdo los dos países entre México y Estados Unidos, los presidentes Joe Biden y López Obrador, que nosotros no aguantamos la pobreza y por eso salimos de ahí”, manifestó el centroamericano.

“Que se pongan la mano en la conciencia porque somos pobres y gente trabajadora, no andamos haciendo desmadre (desorden) y nada de eso, vamos a trabajar, a echarle ganas. Si ellos llegan a un acuerdo para beneficiarlos, sería bueno”, agregó.