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Las nefastas consecuencias de no cerrar las aulas durante la pandemia en Nicaragua

Nicaragua ha sido el único país de América Latina que tomó la decisión de mantener las aulas abiertas para los 1,2 millones de alumnos de primaria y secundaria en el sistema educativo público del país desde el inicio de la pandemia. Exigió la modalidad presencial y desincentivó las medidas de confinamiento en una población general que supera los seis millones de habitantes. La mayoría depende de la economía informal y el país, además, está sumido en una crisis sociopolítica y de derechos humanos desde hace dos años.

Para Josefina Vijil, especialista nicaragüense en Educación, la pandemia ha supuesto una tragedia educativa porque ha retrasado ampliamente el objetivo del acceso universal a la educación pública. “En Nicaragua, muchas madres y padres de familia tomaron la decisión de no enviar a sus hijos a clase para preservar la vida”.

El Ministerio de Educación no ha facilitado hasta la fecha cifras de afectados por la covid-19 en el alumnado y los docentes. Tampoco se encuentran informes detallados sobre el resultado de la decisión tomada sobre el mantenimiento de las aulas abiertas. Para compensar las deficiencias del progreso educativo del alumnado, se pusieron en marcha unas “teleclases”, impartidas en algunos canales nacionales durante los fines de semana para algunos cursos de primaria y secundaria, pero tienen muchas deficiencias, según los expertos. A efectos de valorar el resultado de las medidas adoptadas, se le consultó al Ministerio en varias ocasiones para este artículo, sin recibir respuesta hasta el momento.

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