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Nahle: “La seguridad nacional y energética están por encima del negocio”


 En el helipuerto que corona el edificio de la Secretaría de Energía (Sener) ya no aterrizan aeronaves, como solía ocurrir con secretarios pasados. Desde que llegó Norma Rocío Nahle García, la titular de esta cartera llega y se va en automóvil, cuenta uno de los vigilantes del edificio. La política de austeridad y autosuficiencia energética del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha provocado un tsunami de críticas desde múltiples flancos, incluso internacionales, ante su afán de privilegiar a las empresas estatales Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE), mediante acuerdos, una ley reformada y hasta un posible cambio a la Constitución Mexicana. “La seguridad nacional y energética están por encima del negocio. En la reforma energética que hizo el pasado gobierno [del priista Enrique Peña Nieto], priorizaron la competitividad; nosotros, la seguridad. Hay un cambio radical. Nos estaba costando muchísimo [dinero] mantener la competitividad de los privados”, declara, en entrevista con Forbes México, la ingeniera química encargada de la política energética nacional. La emergencia sanitaria ocasionada por el coronavirus SARS-Cov-2 aceleró los planes de las autoridades en el sector energético, por las consecuencias que trajo para el mercado: hundimiento de los precios de la mezcla mexicana de crudo hasta niveles negativos (nunca antes vistos) y una caída de 11% en la demanda eléctrica durante el verano de 2020, el periodo que suele exigir más energía. En febrero de este año, durante la segunda ola de contagios de Covid-19, una tormenta invernal golpeó Texas, el principal productor mundial de gas natural. Esta crisis dejó sin electricidad aquel estado y los productores no pudieron entregar el gas a México. Nuestro país tuvo que echar mano de plantas contaminantes e importar gas licuado, más costoso, para regresar el servicio eléctrico a 4.6 millones de personas en 26 estados. El primer movimiento del gobierno ocurrió en mayo del año pasado, cuando Sener intentó cambiar el orden en que se despachaba la energía eléctrica: de la más barata a la más segura. Esto es, que las plantas de CFE aporten primero y se limiten las centrales de energías renovables, a pesar de que el mandato del operador eléctrico, el Cenace (Centro Nacional de Control de Energía), es priorizar la competencia. La medida se justificó con el argumento de que la energía solar y eólica ponía en riesgo la operación del Sistema Eléctrico Nacional. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sin embargo, neutralizó la orden este año. Entonces, el presidente de México propuso una iniciativa de reforma a la Ley de La Industria Eléctrica, misma que aprobó el Congreso, para que la compañía estatal, que arrastra una deuda de 50,000 millones de dólares (mdd) y que está siendo obligada a comprar energía “supuestamente más barata” a sus competidores, según Sener, despache primero. “Al momento que se emitió el acuerdo de confiabilidad, la Cofece [Comisión Federal de Competencia Económica] presentó una controversia constitucional. Yo dije: Está bien, porque está para eso. Ése es su papel. La Comisión no ve por el Estado, no ve por la población, no ve por la gente. Tú, Cofece, ves por los negocios. Para eso está la Cofece y era interesante ver qué determinaría la Suprema Corte: si es un interés público o privado. Y, cuando el Poder Judicial decide, entonces damos el siguiente paso: el cambio de la ley. Y respetamos, ¿eh? Nos llevó eso un año. Está bien. Seguimos comunicándonos con Cofece, seguimos normal. Esto es así”, dice. La legislación gubernamental no sólo arriesga 40,000 mdd de inversión privada en energía, según el grupo financiero BBVA, sino que los mayores costos operativos de CFE para generar luz serán cubiertos por los consumidores a través de mayores subsidios o mayor financiamiento de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a CFE e incluso con el aumento de precio en los productos que adquiere la población, ante mayores costos de la energía para las industrias en México, según el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Al insistir en si el gobierno intenta controlar el sistema eléctrico y que no haya cabida para los competidores privados, la titular de Sener considera que, cuando el Estado tenía el control, no le iba mal al país, pues había electricidad suficiente, tarifas bajas y múltiples fuentes para producir energía. “No estamos expulsando a los privados, que están [ahí] porque el gobierno hizo unas subastas, con Peña Nieto, y las estamos respetando. Sí hay cabida, nada más que su despacho es después. Eso es a lo que ellos dicen ‘no’”.

La funcionaria dice que ha recibido en su oficina a los directores de empresas energéticas inconformes con las medidas, quienes le han expresado en persona que demandarán al gobierno. “Están en su derecho. Yo los entiendo, entiendo su interés. Ahora, les explico por qué estamos haciendo esto. Les digo: somos gobierno, el Estado, y tenemos que ver por millones de mexicanos. Ésa es la obligación del Estado”. La funcionaria comenta que hay comunicación con las empresas. Algunas entienden la postura gubernamental. Citó el caso de Iberdrola, a la cual le explicaron, en una reunión con CFE, los daños económicos que provocaban los convenios establecidos. “Hablamos con todos”, afirma Nahle. “[Tal] como estaba la Ley de la Industria Eléctrica [LIE], era un negocio súper atractivo. Una empresa que ponía un parque solar o eólico… CFE lo iba a mantener 20 o 30 años. Un negocio redondo. Yo entiendo la reacción [de la iniciativa privada]. Es importante analizarlo. Hace unas semanas, con el frente frío en Texas, como queda en evidencia, estaba el mercado abierto. Donde no hay control del Estado, no hay quien responda por un suministro básico y de derecho humano. Ésa es la diferencia con México. Ellos [EU] tuvieron un estado colapsado y, nosotros, problemas en Nuevo león, Tamaulipas y Chihuahua, principalmente”, comentó. México importa de Estados Unidos 70% del gas que demanda, principalmente para generación eléctrica. Al preguntarle por el riesgo de depender tanto del gas estadounidense y si hubo un cambio en la política del gas por el episodio de desabasto en febrero, Nahle recuerda que los gobiernos panistas y priistas, anteriores a su gestión, anclaron contratos de 20 años para traer gas texano, mediante diversos gasoductos y, por tanto, el energético le sobra a nuestro país. “Si hiciéramos fracking y sacáramos más, estaríamos nadando en gas. Yo no tengo nada en contra de la técnica de fractura hidráulica. Podemos ir a explorar, perforar y extraer, pero también hay un balance con el medio ambiente”. El presidente López Obrador se opone públicamente a usar fracking por el alto consumo de agua en las zonas con potencial para extraer el gas.

TRANSICIÓN ENERGÉTICA VS. REFINACIÓN

Mientras países como Canadá, Noruega e, incluso, China, promueven políticas para abandonar, a partir de 2030, el uso de vehículos movidos con gasolina y diésel, México, a pesar de que ya fabrica automóviles eléctricos, está aumentando su capacidad de refinación petrolera para abastecer al mercado nacional de combustibles con una nueva refinería y la rehabilitación de las seis existentes. La Agencia Internacional de Energía estima que hasta 2045 o 2050, el mundo dejará de usar combustibles fósiles. Incluso, el cartel petrolero de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) pronostica dicho abandono hacia 2048, cita Nahle García. “Nosotros tenemos 45 millones de vehículos a combustible. Para 2034, proyectamos tener 3.5 millones. Todavía vamos a necesitar combustible. Entonces Dos Bocas es muy rentable y nos va a ayudar a generar combustibles, a procesar petróleo. Como dice el presidente: no podemos vender naranjas y comprar el jugo”. La Sener, encargada de la rehabilitación del Sistema Nacional de Refinación y la construcción de la séptima refinería de Pemex, intentó, sin éxito, elevar la capacidad hasta 1 millón de barriles durante los dos primeros años de gobierno morenista. El 31 de diciembre de 2020, Pemex hizo una prueba de desempeño del sistema, que llegó a procesar 1.15 millones de barriles diarios y se mantuvo así durante tres días. Luego, bajó a 900,000 por el exceso de combustóleo (un residuo petrolero que es utilizado para generación eléctrica), que saturó la capacidad de almacenamiento de la empresa que actualmente dirige Octavio Romero Oropeza. Nahle dice que las seis refinerías están listas para procesar 1.2 millones de barriles diarios, un nivel no visto desde 2013, pero dependerá de que Pemex pueda desahogar el combustóleo acumulado. “En la primera semana de marzo, llegamos a 845,000 barriles. Queremos, a finales de semana, subir a 900,000. Ya estamos listos, y nos sirve mucho que saquen el combustóleo que todo el mundo quiere. Pemex tiene una alta demanda de éste a nivel mundial. Esto lo digo porque, a veces, somos más papistas que el papa: me han llegado copias de cartas al director de Pemex en las que dicen: Estoy interesado en comprar combustóleo”. El uso de este energético ha sido severamente criticado por ambientalistas, académicos e, incluso, por el sector privado, por el daño ambiental y al sistema respiratorio que provoca su uso. Ante estas críticas, Rocío Nahle responde que el combustóleo ofrece generación eléctrica constante, mientras que las fuentes renovables sólo producen entre cinco y seis horas, y que no puede decírsele a la población que no hay electricidad porque se cruzó una nube o no hay viento. “Somos de los países que menos contaminación producen al medio ambiente en nuestra generación eléctrica, eh. Por ejemplo, Estados Unidos, China, India, Rusia y Alemania contaminan más que nosotros. Estamos hablando de los grandes. Somos de los países que menos emitimos al medio ambiente. Lo ideal sería emitir cero. Eso… es lo que todo el mundo quisiera. Pero ahí vamos”. Mientras China, Estados Unidos, India y Rusia concentran más del 50% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, México emite sólo 1.2% del total, de acuerdo con un reporte de 2020, elaborado por la Comisión Europea. “No nos metemos en la dinámica de marketing, porque yo entiendo que empresas metidas en esto han iniciado una campaña. Son sus intereses”. Nahle recuerda que la séptima refinería, Dos Bocas, ubicada en Tabasco, será de alta eficiencia, no producirá combustóleo y ha tenido, pese a las críticas, un efecto multiplicador para economía nacional. “Ahora, en la pandemia, cuando todo se deprimió, la industria de Monterrey subsistió gracias a Dos Bocas y al Aeropuerto de Santa Lucía. Todo el cemento y acero del país fue del norte al sur. Ellos no pararon. En Dos Bocas tenemos, nada más de cimentación, el equivalente a 10 estadios Azteca. Tenemos a las cinco cementeras más grandes del país. Y todo el acero del país. Arcelor Mittal está en Dos Bocas y en el aeropuerto”, afirma. Continúa: “En el sector privado de Monterrey, dicen: ‘Yo estoy feliz’. Están construyendo siete paquetes de tanques para la refinería. Cada paquete es de 800 millones de pesos. De los tanques y esferas, más de la mitad de lo contratistas son del norte: Cadereyta, Monterrey, Gómez Palacio, en Durango; también en Poza Rica y Minatitlán; incluso en Hidalgo y Ciudad del Carmen. El efecto multiplicador de Dos bocas mitigó la debacle económica. Ahí es cuando dice el presidente: ‘Yo tengo otros datos’”. La secretaria de Energía está convencida del potencial de la energía nuclear como fuente de transición. “Es fenomenal, fantástica: energía limpia y constante”, dice. Recuerda que Estados Unidos tiene alrededor de 40 plantas nucleares y que ahora existen minicentrales más baratas. La Secretaría trabaja para anclar un proyecto de este tipo en Sonora o Baja California para producir 200 MW. Nahle tampoco tiene una cruzada contra las energías renovables. Presume haber instalado 20,000 techos solares, además de implementar su proyecto solar con el Gobierno de la Ciudad de México, a través del Fideicomiso para el Ahorro de Energía. “Va a ser el mayor parque solar urbano del mundo. Su generación se va a beneficiar a locatarios y comercios, refrigeradores, etcétera. Ahí sí, ésta es una manera de ver la transición de modo diferente de la del negocio: hacia a la práctica y el servicio social”, declara. Ella duda ser “la mala de la película” en el sector energético e insiste en que no es su intención perjudicar a los privados. “La política energética se tiene que diseñar con técnica, sobre todo ahora que el mundo avanza en innovación y tecnología. Cualquiera te vende un producto hermoso, pero, cuando lo analizas, te das cuenta de que no es así. Tenemos tres institutos maravillosos: el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares [ININ], el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias [INEEL] y el Instituto Mexicano del Petróleo [IMP]. Tienen más de 50 años y técnicos de lo mejor. A ellos hay que escucharlos, no a otros que vinieron de allá y nos quieren vender periquitos de oro”. A mitad del sexenio y con la meta de terminar la megaobra más importante de esta administración el próximo año, Nahle reflexiona sobre su futuro en la política mexicana, luego de 2024. “Me veo en mi hermoso Coatzacoalcos, Veracruz, disfrutando de la playa. Tengo una función y tengo que terminarla porque el presidente López Obrador me necesita. Soy senadora con licencia. Ya terminando esto, no sé. Quiero cumplir estos seis años, ayudarle, porque eso es lo más importante: estamos aquí para ayudar. Y ya veré. Por lo pronto, sí extraño mucho Coatzacoalcos”, dice. (Con información de Forbes México).

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